viernes, 1 de octubre de 2010

Capítulo sin número número uno.

De ellos.

Santiago. De él es la casa. De él son los libros, y la cama, y el estudio, y las botellas de ron, de whisky, de vodka, de vino; de él es el bote hermético que guarda mota para los invitados, las películas, los discos, las alfombras, los tenedores de mangos azules, la colección de tazas neoyorquinas, la absurda cantidad de cuadros y de pósters y de postales; y de él son las paredes cubiertas de imágenes, de libreros, de repisas, así como también son de él todos los papeles, todos los apuntes, y todas las colillas que quedaron perdidas detrás de su escritorio, debajo de sus muebles, y dentro de esos estantes cubiertos de ceniza y telarañas. A esa misma casa llega Ana con dos maletas grises.
—Es linda.
—Lo es, la verdad lo es.
—Uy, mira tú, qué presumido.
—Hey, es mi casa, ¿cómo no va a estar linda?
—Bueno, definitivamente es tu casa; nadie más que tú podría vivir aquí.
—Mi casa es tu casa, corazón. ¿Quieres algo?
—No, gracias, estoy bien.
— ¿Segura? Tengo coca, whiskey, ron, ehh, vodka, creo.
—No, guácala.
—Cerveza, vino blanco, vino tinto…
— ¿Tienes agua?
—No, eso no.
— ¿Cómo no vas a tener agua?
—Pues, no sé, no tengo. No tomo agua, me oxido.
—¿En serio no tienes agua?
—En serio en serio. Digo, hay agua de la llave, pero sinceramente no te la recomiendo.
—Si desearas mi muerte…
—Que no te la deseo.
—Seguramente me la ofrecerías.
—Definitivamente. Pero me gustas vivita y coleando.
—Supongo que un té también estaría fuera de la cuestión.
—Ni a té llego…
—Sí, me imaginé. Pero, entonces, ¿qué tomas cuando estás aquí?
—Alcohol. Ya sabes, para conservarme.
—¿Y dejar un bello cadáver?
—Por lo menos uno ebrio.
—Ebrio y feliz.
—Ebrio y feliz, claro. Pero no, era broma. Ammm… no sé, tomo Coca, o jugo de naranja.
—¿Tienes jugo de naranja?
—Sí, ¿Quieres?
—No realmente…
—Oh, pues.
También son suyos un par de diplomas olvidados dentro de algunos cajones, y los treintaidós encendedores repartidos por todos los cuartos para cuando se necesite. A veces enciende un cigarro, y se le olvida y enciende otro, y se le olvida y enciende otro, y se le olvida y enciende otro, y se le olvida.

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