viernes, 29 de mayo de 2009

La muerte y otras sorpresas de Mario Benedetti.

Ustedes no lo saben (¿cómo podrían saberlo?), pero la muerte de Benedetti me afectó terriblemente. Le lloré, sí, al enterarme. Y también al día siguiente. Y también al día siguiente.

Debo admitir que me conmovieron -y me sorprendieron- profundamente las llamadas para darme el pésame. Cosa rara, por cierto, es que todas coincidieron en el hecho de que fui "la primer persona en la que pensé al enterarme".

Gracias.

No todos los días se me muere un padre (o alguien que era algo así como un padre).


En fin, alargué el luto.
No quise leer noticias, no quise ver su féretro, no quise abrir un libro suyo.
Tampoco quise escuchar su nombre, ni escuchar sus versos, ni hacer muchos comentarios.
Duele mucho.

No tengo razones para haberlo hecho, pero hoy por fin me decidí a abrir un libro suyo. La muerte y otras sorpresas, se llama.

Adecuado.

No quise -como hago siempre- empezar con un cuento al azar. Lo abrí desde la primera página. El primer cuento del libro se llama "La muerte".

Adecuado.

Nostalgié su prosa. Miento, fue más grave que eso. Nostalgié el recuerdo de la primera impresión que tuve de su prosa. Por primera vez en un par de años, no me fijé en sus palabras, en sus recursos, en sus métodos, en sus juegos. Lo leí de la misma forma en que lo empecé a leer: como con los ojos vendados.

Tuve una revelación.



Plagié a Benedetti.



En serio, creo que lo hice. Vean: La muerte, de Benedetti y Diez y media, el primer cuento que subí al blog.
(Qué adecuado me parece ahora aquello de "[...]y otras sorpresas")

No, no se alarmen. Esto no es un mea culpa. Sencillamente, nunca me había dado cuenta.

Los hechos:
Al comenzar a leerlo, yo recordé haberlo leído antes. Resulta que lo confundí con uno muy parecido que termina de forma totalmente distinta (y de cuyo nombre -"Ah, qué conveniente", dirán ustedes- no puedo acordarme).

Mis teorías:
  • Tengo la impresión de que asumí que los dos eran uno mismo, y dado que el otro nunca fue uno de mis cuentos preferidos, me saltaba éste, el original, por mera desidia.
  • Mi segunda impresión es que, considerando que leo los cuentos al azar, nunca caí en él.
  • La tercera de mis impresiones es que sencillamente lo leí, y me olvidé. En algún lugar del mate se me ha de haber quedado.


Mi conclusión:
El muy cabrón (si lo conocen como lo conocí yo, tienen derecho a llamarlo cabrón) se está aprovechando de que está muerto para burlarse de mí.

Me hizo un guiño, yo lo sé.
Yo lo sé.

miércoles, 27 de mayo de 2009

martes, 26 de mayo de 2009

Sala de ensayos

Un textito viejo que me encontré mientras limpiaba de mugres mi compu:


“¿Y por qué no me das un te quiero?” Y ella se acerca, y cierra los ojos, y los abre, y ella le dice “te quiero”, y sonríe con la cabeza inclinada hacia un lado, y da un paso hacia atrás, y da una vuelta y le ofrece la mano. Y ella lo abraza, y a él se le va el mundo en ese abrazo; y él recarga su mejilla en la de ella y ella se separa y lo voltea a ver. Y él sonríe, y a ella le encanta que sonría. Y él, con toda su ternura, le habla al oído y luego desliza su mejilla hacia atrás, y busca la boca de ella, pero ella la aleja, y él vuelve a intentar, y se encuentran, y la mano de él en la cintura de ella, y los dedos de ella entre el cabello de él, y la mano en un pecho, y la ropa en el piso, y el “no me sueltes”, y los “ven”, y ella boca arriba, y la caricias de las piernas, y “mírame a los ojos”, y “muérdeme el cuello”, y las uñas en la espalda, y el sudor, y los labios, y los últimos espasmos , y ella que se levanta y empieza a tocar el violín.

Dedos de pianista.

Llegaban cada tres días en un sobre; así, envueltitos en algodón.

viernes, 22 de mayo de 2009

Bar

Soñé que estaba triste, que estaba sentado en la barra con un par de botellas vacías enfrente. Soñé que llegabas y te preocupabas, que se notaba que me sentía mal. Soñé que me preguntabas “¿No te sientes bien, guajolote?” con una voz bastante linda. Soñé que fue tan linda tu voz, tu comentarios, tu entonación en el “guajolote”, tu cara, tu mirada; que no pude menos que sonreírme a mí mismo y voltear y responderte con mi voz más seria y tranquila (como después de un suspiro) “Ahora sí”. Y luego corría a vomitar.

Pero eso ya no es bonito.

Enamórate del resto.

miércoles, 20 de mayo de 2009

A la ventana Carolina.

Este post tiene dedicatoria.

Resulta que mi Cronopia Paralela se ha estado sintiendo mal estas últimas semanas.
Como está lejos (está en Santiago), no puedo llegar y abrazarla y sacudirla.
Y como que ya me preocupa.

Entonces va esto:

lunes, 18 de mayo de 2009

Ay,

Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío...

viernes, 15 de mayo de 2009

Jazmines picositos.

Me senté en tu mesa, en la que solías compartir con tu madre.

Yo hacía lo que hago desde siempre: vagar de mesa en mesa.

Entonces, te digo, dí con la misma mesa que antes rondaba, cigarrillo en boca, para ver si me notabas.

Y me senté en tu lugar, el que siempre ocupaste.

Y no sé cómo, pero de la nada empezó a oler cabronamente a ti.

Así como a jazmines picositos.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Conversación reibenesca.

[Yo soy el de la letra blanca]

Mira, algún día yo agarraré y escribiré un libro bien bien pinche complejo
("para el deleite de los eruditos" lo llamará la crítica)
y lo intitularé: "Chaquetas literarias"
nomás para quitarme la espinita...
Jajajajajaja
¿Qué tal, papá?
Yo quiero escribir dos libros complejos, de hecho.
Uno como el tuyo.
Y otro que simplemente no tenga ni madres de sentido.
Jajajaja
¿Algo así como Finnegan's Wake?
Sí, algo por ahí.
Jajajaja
Jajajaja
Y que todos los críticos se quiebren el coco pensando qué significa.
Y nunca decir.
Y, al morir, dejar un ensayito que diga que simplemente escribí sandeces para cagar el palo.
Jajajajaja
Me late, me late
Jajajajaja
Y ya después vas y lo depositas en las oficinas de la RAE
con instrucciones de que no se abra hasta el 2170
para que la tribu de especialistas en tu libro
(psicólogos, literatos y la onda)
lo abra
y vea cómo su vida deja de tener sentido.
Jajajajaja.
Estará repleto de neologismos sin sentido, adjetivaciones arcaicas, galicismos, esquizofrenologías y demás.

Jajajajajaja
Jajajaja
También algún día voy a hacer
un libro para niños...
Oh, y un libro surrealista, como el de los cronopios de Cortázar.
A huevo.
Yo quiero hacer un libro dadá.
Jajajaja
Sí, no mames... "cubismo literario"
Retrosimbolismo.
No tengo idea de cómo puede ser, pero tal vez luego lo sepa.
Jajajaja
Literatura anhídrica
Jajajaja
Teatro tabaquista.
Jajajaja
Hummm...
¡Poesía molar!
Jajajaja
Fíjate que me gustan las muelas.
Son tiernas.
Me gustan morras por sus muelas.
Bueno, no tanto, pero me gustan como atractivo físico.
Jajajaja
Chale...
¿Qué no sabes eso de "a caballo dado no se le ve el colmillo"?
Pero no son caballos ;D
Por eso me gusta que me monten a mí.
Me gusta ser caballo de rodeo.
Jajajaja
Bien Jaime López.
¿Cuál rola?
Creo que no la he escuchado.
La de “Me siento bien pero me siento mal“
Aaah sí
“no me acuerdo qué y se me encaramó.”
Jajaja
Sí, exacto
Llegué a la cama
Así mero.
Así mesmamente
¨Oh, no... m'átopella!"
Jajajaja. Caray, me encanta esa chiste..
(Ensayos kilobyteanos)
Sé que ya escuché ese chiste, pero no lo recuerdo...
(Poesía lúbrica)
(Teatro vaginoplástico)
el de la onomatopeya
y el pollito
Ah, sí, ya. Jajaja.


Esta conversación la tuve hace como un mes con mi amigo Rafael (http://reiben.blogspot.com/). Por alguna extraña razón la había copypasteado a un archivo de word. Hoy lo reencontré. Me causó tanta gracia (somos simpáticos, pues) que decidí postearlo.

Oh, y para los que no se lo sepan, aquí va el chiste del pollito:

-¿Sabes qué es una onomatopeya?
-Sí...
-(Tienes que decir que no...)
-Oh... no, no lo sé.
-Una onomatopeya es un pollito que va caminando por la calle, que ve un camión que se dirige a él, y que grita: "Oh, ¡No!... ¡M'atopella!
-Ah.

martes, 12 de mayo de 2009

Trabas

Te abrí la puerta de mi casa y luego la cerré en tus narices.
Tú no te fuiste.

Luego abrí una ventana del segundo piso, te invité a entrar por ella.
Y tú no te fuiste.

Caíste en una caja de arena para gato que yo, hábilmente, había colocado en tu camino.
En vez de irte molesta (como me imaginaba) me sonreíste; y así fue que caí en cuenta que realmente querías estar conmigo.




Tengo miedo.

¿Quién eres
y qué carajos quieres conmigo?

domingo, 10 de mayo de 2009

Opciones

Podría hablar de la crema, y pontificar sobre el horror que representa para el mundo. Para el mundo de mi dermis, me refiero.

Podría hablar también de los insectos. Hablarles del horror que me causa el descubrirlos en mi cuarto, y de la urticaria psicológica que le sigue al descubrimiento.

También podría hablar de mi techo, o de mis fotos, de mis mapas, de mis cuadros, de mis botellas, de mis discos… ay, en fin; de todas las encantadoras y mágicas mugres mías.

Podría hacerte también un análisis estético del disco de fados que me prestó Rodolfo (mi vecino, el madrileño), o de cómo la saudade intrínseca del fado -y más concretamente- la de Zeca Afonso- me es absurdamente familiar. La saudade y yo como uno mismo, o La nostalgia de la saudade en la lengua española, suenan a buenos títulos para ensayo sociológico, pero… ¿cómo hablar de algo que no se tiene, o no se siente, bajo el espectro de mi cultura idiomática? La saudade viene a ser algo así como el símil lingüístico de la “envidia del pene” freudiana.

De la misma manera, podría divagar sobre Silvio y la continua necesidad que tengo de revivirlo. Sí, en efecto, de cuando en cuando se me muere el tal Rodríguez, y me veo forzado a (repito) revivirlo. Más concretamente, a revivírmelo. Y es que, de serles sincero -sé bien que sonará a blasfemia-, de un tiempo para acá el cubano me aburre horrores.

Podría también contarles que llevo los últimos tres o cuatro días leyendo sobre dinastías europeas. No sólo me conozco al dedillo las dinastías francesas, sino que ahora puedo presumir que tengo mi modesta base de conocimientos sobre las coronas españolas, portuguesas e inglesas. Cabe mencionar que la razón de mi apatía hacia Alemania e Italia se debe a la enorme confusión que me provocan sus líneas dinásticas -o falta de ellas-; pero es que, ¿no les causa desesperación esa ridícula cantidad de ducados, condados, principados y demás yerbas de olor?

Me he estado mordiendo el labio todo el día, de eso también podría hablarles. Sangra, y ya está medio inflamado. Sabe rica la sangre; y tengo el extraño impulso de echarle limón y sal. Ardería como el carajo, pero les aseguro que sabría mucho mejor.

Y bueno, en general podría decirles muchas cosas (casi nunca me faltan cosas que decir), pero hoy ando con cierto desgano en cuanto a profundización se refiere. A esta hora de noche no puedo dejar de pensar que la quiero, y que es por ella por quien me muerdo los labios.

viernes, 8 de mayo de 2009

Viejo Smoking



Perdonen, no me pude contener.


"Sólo vos te vas salvando, porque pa' mi sos un sueño
del que quiera Dios que nunca me vengan a despertar."

Mi gata se orina en mis libros.

Lo hace. Lo he visto, lo he olido, y -dolor de los dolores, asco de los ascos- lo he sentido. Buenos y lindos libros se me han ido bajo el ala (es decir, bajo la pata) de mi tierna felina. Y ni modo de regañarla con los ojitos que me hace.

Nomás me encabrono.

sábado, 2 de mayo de 2009

Giustificazione

Yo creo que ya casi ni se acuerdan de los tiempos en que entraban a este blog y se encontraban textos y botellas al mar que yo aventaba. Caray, que ni yo me acuerdo. Todo Abril estuve evitando el blog, y ahora que ya es mayo, pues ya es tiempo de despabilarse tantito y volver a la actividad continua, frecuente y recurrente.

En parte, me amargaron varias cositas:
  • La presión de la solicitud de apoyo que tuve que hacer para el FOECA (la acabé de acabar a las 5 de la mañana del último día que tenía disponible)
  • El viaje de dos semanas que me eché con mi padre y mis hermanos por el sureste del país (agotador de pi a pa)
  • Estas dos semanas de reposo; la primera por mi propia voluntad, y la segunda por influencia (influenza) porcina.
  • La semana pasada estuve leyendo cuatro libros para mi nuevo trabajo: crítico literario. Me emociona.


Por suerte ya acabaron las vacaciones, ya acabo mi descanso voluntario, y ya me aburrí de mi descanso forzoso.

Oh, y me dieron la beca.

[Por dentro estoy bailando la macarena.]