lunes, 3 de marzo de 2008

Azotando la puerta

«¡Ya cállese!» gritó y salió azotando la puerta del salón de clases donde segundos antes el profesor hablaba de mitocondrias hasta que desde el fondo del salón le gritaron que se callara porque el alumno que después saldría azotando la puerta no se podía concentrar en el cuento que iba escribiendo y que empezaba con un "¡Ya cállese!" seguido de un tachón.

Historia de uno

antes de dormir uno deja sus luces encendidas y empieza a recorrer su cuarto sin buscar nada. sólo pensando. pensando naderías, arreglando al mundo en su cabeza, imaginándose en la calle, retrazando las cuadras de la ciudad, creando órdenes militares, acortando distancias con sus allegados. luego uno se tumba a leer y a esperar que caiga el sueño, un poco deprimido por no haber hecho lo que quería hacer ese día, otro tanto deprimido por lo malo que va a suceder mañana pero que no se puede evitar y que es mucho más sencillo aguantar…

acaso uno termina el libro, da una vuelta en la cama, se levanta, y vuelve a deambular por su cuarto. por costumbre, el terminar un libro lo impacta y pierde el sueño. va por agua. mientras se va llenando el vaso le entran unas ganas urgentes de orinar, detiene la herida del garrafón y va corriendo al baño. sale del baño y entra al cuarto, olvida el vaso a medio llenar en la cocina. vuelve al cuarto, pasa quince minutos buscando un disco para poner la canción que traía en mente; finalmente lo encuentra y lo pone, al medio minuto lo quita. no esta de humor para eso. luego uno vuelve a la cama y apaga la lámpara. se quita el reloj, tienta bajo la cama buscando los lentes para ponerlos en el buró; mismos lentes que uno terminará tirando debajo de la cama durante su sueño. se acurruca, el sueño se va acercando… lo detiene mientras acomoda las persianas. a veces el insomnio se detiene demasiado tiempo en uno. por fin parece que va a llegar.

pero el sueño no llega, y llegan una serie de ideas que lo atormentan: que si colgó la toalla en la mañana, que la repisa sobre la cabeza de la cama ya se va a caer, que cuándo le va a bajar a la novia, que porqué el cuac de los patos no produce eco, y así, tantas ideas que le agobian a uno el sueño. se para entre el cuac de los patos para poner tape negro sobre el relojito luminoso de la video-casetera. vuelve a la cama, todo está en calma. por fin, uno comienza a dormirse dejando al lado el cuac y los vasos a medio llenar. el sueño va cayendo y cayendo hasta que se desploma sobre uno.

y ya verá que hace uno si en la noche lo despiertas.