«¡Ya cállese!» gritó y salió azotando la puerta del salón de clases donde segundos antes el profesor hablaba de mitocondrias hasta que desde el fondo del salón le gritaron que se callara porque el alumno que después saldría azotando la puerta no se podía concentrar en el cuento que iba escribiendo y que empezaba con un "¡Ya cállese!" seguido de un tachón.
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