miércoles, 9 de septiembre de 2009

De charcos

La noche del sábado me encontré el charco más bello del mundo.
Salí con una chica, la hermana de un muy buen amigo.
Fuimos a un bar en ningún lado.
Después huimos al centro, a un lugar donde se baila salsa.
Yo bailé con ella, y lo hicimos divertidamente mal.
Su amigo Edmundo bailó con una fichera.
Resulta que cobran cinco pesos por bailar.
Luego yo salí a fumar y me encontré el charco más bello del universo.
Opaco, denso, aceitoso, quieto.
Como canica plana.
O pupila tibia de ciego.

Y dejé caer mi cigarro esperando que surgieran miles de ondas.
Y el cigarrillo cayó como sobre un bote con crema.
Luego volví por Judith y la llevé al charco.
Y no lo encontró especial y volvió al bar.
Y yo fumé mucho muy seguido.
Le dejé caer una, dos, tres colillas.
Volví a ella. Cambiamos de bar.
Entramos a un edificio abandonado con unas escaleras alucinantes.
Había un concierto de metal.
Yo la besé y ella me contó de su novio.
(De un tiempo para acá eso me sucede demasiado)
Y la besé otra vez y creo que le simpatizo.
Lo creo porque me dijo que era guapo, pero no me lo creo -nunca lo creo- y bah.
Y luego fuimos a su casa y bailamos Michael Jackson.
Y nos dormimos en la sala:
Edmundo en la alfombra
Judith en el sillón
Y yo mordiéndole progresivamente los tobillos
las pantorillas
los muslos
las nalgas
la cadera
la cintura
olfateando su vientre
repasando su vientre
durmiendo en su vientre
despertando en un vergonzoso charco de saliva en su vientre.

Todos son ciclos, pues.

3 comentarios:

DayTripper dijo...

Eres muy bueno, apenas empiezo en esto de los blogs.
He leido algunas entradas ya, solo en esta comento. Muy bueno tu blog y tu material

L'espirit de l'escalier dijo...

Final inesperado LULZ

Lorena dijo...

yeah!

el charco no hacía ondas porque era un pasadizo secreto que atraviesa el planeta hasta y te deja del otro lado del mundo.

ahora en algún lugar del Oriente tus colillas flotan en un charco hermoso.