domingo, 29 de junio de 2008
Préstamos
porque el 80% de las veces que presto algo, no vuelve a mis manos
y yo sé que eso le pasa a todo el mundo y no me hace especialmente baboso.
Pero mi exceso de babosidad viene del hecho de que realmente me gusta que no me regresen las cosas que he prestado.
Saber que algoque yo quise compartirles los haya enamorado tanto como para que me eviten en las banquetas para mi es wow.
Y bien vale la pena dejar ese cachito de papel en sus manos
no importan los 200 pesos perdidos
viernes, 20 de junio de 2008
Lindos tiempos y llamadas anónimas
Sí, eran buenos tiempos.
Aunque las piernas se me dormían muy seguido.
Y cuando mi abuela se ponía a hacer la comida, yo la hacía jugar a las escondidas conmigo; y si se quemaba el arroz pedíamos pizza.
Luego, mi mamá se iba a trabajar en las tardes; y cuando regresaba se ponía a tocar la guitarra mientras yo me metía en el estuche con todos mis peluches y hacía como que navegaba en el parquet.
También por la tarde mi abuelo se iba a trabajar al consultorio, y el hecho de que se fuera no-sé-porqué me hacía sentir peor que cuando se iba mi mamá. Por eso, un día le pedí el teléfono del consultorio a mi abuela, y ella me lo dio sin mayor problema; pero cuando le iba a marcar ya se me había olvidado. Entonces marqué un número cualquiera y me respondió un muchacho y le pregunté que si estaba mi abuelo y él me dijo que no, pero yo le pregunté que si no me lo podía pasar, y él me dijo que no por que ahí no vivía, y yo le dije que yo quería hablar con mi abuelo, y él me decía que pues que no se podía por que ahí no estaba mi abuelo.
Entonces lo que le iba a platicar a mi abuelo se lo empecé a contar a él y el me escuchó y me hizo plática un rato también. Después colgamos y me di cuenta de que yo tenía un amigo. Y curiosamente, aunque nunca me pude aprender el número del consultorio de mi abuelo, el del muchacho sí me lo aprendí, entonces yo le marcaba en las tardes y le contaba mi día, y él me escuchaba y me preguntaba por el número de teléfono de mi casa (que tampoco me sabía) y yo le decía que iba a investigar y me salía al patio y veía el número de la dirección de mi casa, y yo juraba que ese era el número de teléfono aunque faltaran dos dígitos; pero él no entendía.
Un día mi tío subió al cuarto de mis abuelos y me escuchó mientras hablaba. Yo no me dí cuenta. Al parecer mi tío le dió al redial y habló con el muchacho. Después hablaron conmigo y me dijeron que no esatba bien que hablara con extraños y que qué suerte que el muchacho era buena gente y no sé qué otras cosas.
Nunca le volví a marcar. Hace poco me enteré que yo marcaba a una panadería del centro.
jueves, 19 de junio de 2008
Conversación entre una madre y un hijo a las 4:17 de la mañana en la cocina (obra en un acto)
Cocina cualquiera. Millones de canastitas colgadas en la pared. Una gata durmiendo en el mantel.
Se abre el telón
Se encienden las luces. El HIJO estará de pie junto al refrigerador. Sólo lleva boxers y pantuflas del cookie monster. Aparecerá tomandi cocacolalight directamente-de-la-botella. Hace su entrada la MADRE.
MADRE
-¿Qué haces despierto?-
HIJO
-Me dio un ataque de sed y vine a violar tu cocacola. ¿Y tú? ¿Te desperté?-
MADRE
-No, a mi me dio un ataque de mi....- [aquí la MADRE hace como que dice algo, pero no se le entiende nada. Lo que los captions de los dvds llaman "unrecognizable mumbling"]
HIJO
-¿Qué? ¿De migraña?
MADRE
-No, de miar-
Se apagan las luces.
Se cierra el telón
martes, 17 de junio de 2008
Swoosh
Ok, haremos esto: Yo haré como que ustedes -los que me leen- son un friego. O que por lo menos son algunos... Bueno, con dos o tres me conformo (y hasta me sorprendo).Ok, haremos esto: YO haré como que ustedes -los que estén leyendo- son un friego. O que por lo menos son dos o tres (yo con eso me conformo).
Mientras tanto, ustedes harán como que realmente les interesa leer lo que escribo y como que lo que escribo sale del culo de dios o algo por el estilo.
Así ninguna de las partes se decepciona
Y bueno, me presento.
Me llamo Humberto-Enrique-Peña-Cano. El nombre es aburrido y telenovelero, pero qué le vamos a hacer.
Tengo dieciocho-casi-diecinueve-años
soy Virgo de Agosto para los que se interesan por esas cosas.
No hago mucho de mi vida: leo, veo películas, salgo con mi novia, leo, veo películas con mi novia, salgo con un libro, leo, batallo con mi enorme bagaje de complejos, leo, veo el techo de la pared, como doritos, salgo para afuera y entro para adentro, leo, aprendo miles y miles de datos inútiles día a día, leo (creo que es por eso lo de los datos inútiles), me enamoro cada tres minutos, me desenamoro cada dos, leo, y, si es martes, me pongo a limpiar la almohada de los restos de mariposas muertas que-todavía-no-sé-de-donde-salen. Ah, y luego leo.
No creo que muchos se lo imaginen, pero tengo una pasión más grande que la lectura.
Oh, sí, se llama escribir…
¿Saben de qué hablo? ¿No recuerdan aquello de ponerse uno a hacer palabritas con plumas, tinta, pergamino y en que aparentan ser Cervantes mientras la punta de la pluma hace swoosh cuando intentan colar un “En algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre no puedo acordarme…” en cada frase? ¿No? ¿Soy yo sólo yo, entonces?
En realidad no hago eso…
…siempre.
Pero sí escribo. Y quiero pensar que no tan mal. De hecho, creo que hago eso bastante mejor que cualquier otra cosa de las que hago.
Que no es decir mucho.
