No supe sacarlo el otro día, pero hoy creo que sí puedo. No sé, ni tengo idea, ni me importa realmente el que ustedes -que pueden o no existir- sepan, o entiendan, o noten, o entrevean la enorme carga de ternura, de nostalgia, y de amargura que imprimo cada vez que escribo algo. Odio el cliché, pero la verdad es que si soy de esos que se estrujan el pecho cada vez que escriben algo. O los dedos, que se estrujan y forzan a las teclas a dar el golpe más al fondo, más profundo, como si esperara que se logre traslucir todo el peso, toda la carga que le doy a las palabras. Sufro cuando escribo, se me colman los lagrimales, hago ruiditos, se me tapa la nariz, y creo que me hace falta que me hagan caso.
Me hace falta que me hagan caso. No saben lo culero y lo débil que me siento cuando digo esto, pero no puedo no decirlo. Es como cuando se lee un poema en voz alta, un poema que uno necesita urgentemente que otro entienda, que otro lo sienta cómo lo sientes, y se asegura uno de que cada palabra, cada coma, cada acento tenga todo el bagaje de significado que uno le dio al leerlo. Y uno tiene que asegurarse de que se entienda, de que les quede claro porque ya sabemos; sabemos que cuando nos leen un poema a nosotros, nosotros nos distraemos un poco, nos perdemos varias, muchas de las palabras que al otro le está costando tanto decirnos. Y, porque sabemos eso, cuando leemos un poema nos esforzamos locamente para que el otro no se pierda palabra -como hacemos nosotros- de eso que nos desgarra cuando nos pasa de las pupilas a la garganta.
Por eso, cuando escribo y pulso las letras hasta que despiertan a mi gata, y cada palabra, cada fonema viene a ser el mundo para mi; me importa que no pierdan detalle, me hace falta que me hagan caso. Y que no nomás me pasen de largo.
1 comentario:
ten por seguro que no eres de los que se pasan de largo,
es curioso como la mayoría de la gente que escribe y conozco, siente esa necesidad de ser recordados o tomados en cuenta. supongo que escribir es una forma de dejar en claro que existimos y al existir, vivimos... y así pues... la cadenita esa nos lleva a traducir las cosas en palabras.
admitir debilidades siempre me recuerda tanto que todos somos tan parecidos de alguna forma. me gusta.
fin.
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