lunes, 5 de enero de 2009
Los periódicos
Uno vive con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y al otro día volvemos a comprarlos con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y al otro día volvemos a comprarlos con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y al otro día volvemos a comprarlos con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y al otro día volvemos a comprarlos con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y al otro día volvemos a comprarlos con la secreta esperanza de que, al abrirlos, no tengan ninguna mala noticia. Pero nos decepcionan. Y así, a diario en los diarios gastamos mucho papel y tinta en falsas esperanzas.
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