miércoles, 4 de febrero de 2009

El mejor de los mundos posibles

Mi obsesión es el futuro. Tanta, y tan basta incertidumbre me caga.

Me molesta pensar que igual y mi mundo acaba mañana, o en diez años, o en cuarenta, en dos, en un estornudo, en un cague, en una bala que perdida, en un yogur pasado, en una eterna neumonía, en unas venas abiertas, en un abrir y cerrar de ojos. Me molesta pensar que el futuro (y más concretamente, MI futuro) puede ser excelente o insultante, mediano o mediocre, perfecto o ridículo, tranquilo, ligero, aburrido, pasable. Me molesta no saber si algún día llegaré a la equidistancia psicológica que viene a significar vivir completamente solo, con la sombra, mi sombra, sirviendo a la vez de alfombra y de amante ocasional. Me molesta no saber si seré padre, o si seré estéril (tengo la extraña impresión de que lo soy), o si será niña, o si será niño. Si seré padre soltero (de preferencia viudo) o si estaré adoptando chinos estando ya casado. Me molesta no saber si algún día se dan toques con un tomacorrientes, o si explotan en una fuga de gas, o si sabré qué decirles cuando los encuentre fornicando en mi cama.

Me molesta el futuro y las diez mil variantes que incorpora. Por eso a veces opto por construirlo a mi propia guisa. Me ayuda a conciliar el sueño, a inventar historia, cuentos, pasajes, versos. Me ayuda a ponerme un orden, una dirección. Me gusta pensar en todos los detalles, y me encanta ir enumerando los objetos dentro de los cajones, las pelusas dentro de los zapatos, las ollas que sirven, las que no sirven (o las que diré que no sirven porque no sé cómo usarlas), las repisas a las que se subirá el gato, los adornos con historias chuscas y aburridas, las manchas de la alfombra, de la colcha, de la almohada; la comezón nocturna, el ataque de tos ferina, los desvelos, los madrugones, las quesadillas con un lado quemado. Me gusta crearme una realidad aparte. Eso sí, nunca perfecta, ni dorada, ni excelente, tiendo a ser muy realista y culero conmigo mismo al respecto, y me aseguro de quemar cada rastro de paraíso de ese mundo alterno antes de abrir el telón. Sencillamente me las ingenio para construirme mi personal e imperfecto “mejor de los mundos posibles”.

Y supongo que es por eso pienso en ti y te escribo en las madrugadas: porque has venido a convertirte en algo así como la residente de piso del mejor de mis mundos posibles.

No hay comentarios: