viernes, 13 de noviembre de 2009

La lámpara.

-Vámonos, que ya es tarde y mañana es Lunes. Hay chamba, acuérdate.
-No, hermano, yo aquí me quedo.
-Ándale, cabrón; no te me pongas necio.
-No es necedad, Christian. No pienso irme, eso es todo.
-Entonces sí es necedad- Christian largó un suspiro mientras clavaba la mirada en el vidrio de los ojos de Bernardo -Bien sabes que con esto no solucionas nada, mejor dejarlo por la paz.
-Lo dejaré cuando yo quiera. Ya te dije, aquí me quedo.
-¿Estás seguro?
-Lo estoy.
-Allá tú.

Christian levanta sus cosas, le regala a Bernardo una palmada en la espalda y sube las escaleras del sótano. Su calva, lustrosa, roza la pantalla de aluminio de la lámpara colgante. La luz se balancea iluminando, un tiempo sí, un tiempo no, el cuerpo descuartizado de Raquel

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