jueves, 22 de octubre de 2009

Marlboro rojos.

Es la sala de aduanas más limpia del mundo. Yo espero en la fila entre un grupo de monjas y una pareja de pakistanís. Las monjas no hablan entre ellas, la mayoría se dedica a estrujarse las manos. Hay una monja enana que parece pingüino.

El gringo que me toca no parece mala gente. Me pide los papeles, los revisa y dice Humbértou como confirmando. Luego sonríe. En serio que no parece mala gente.
-¿Álgou que declarare?
-Nope.

Asiente, se pone los guantes, y se dedica a explorar mi maleta. Saca las tres cajas de Marlboro rojos y los pone sobre la mesa. Yo espero y pienso y me pregunto si estoy nervioso. Como no estoy temblando lo más seguro es que no lo estoy. Si no tiemblo es porque no lo estoy. Y la verdad es que no lo estoy. Seguro que no lo estoy porque el gringo no parece mala gente. Él sigue revisando con sus guantecitos. Yo no me apuro; amén de los cigarros, unos libros y bastante ropa, no llevo nada más.

-¿Pour cué tantous cigarrilios, Humbértou?- me pregunta mientras cierra mi maleta sin haber guardado las cajas.
-‘Cause I smoke a lot- le respondo.

El gringo me observa y sacude el bigotito. Se pone a revisar algo en la computadora y yo no dejo de preguntarme si me podré robar un par de guantes. El gringo termina de darle al teclado, toma mi pasaporte y visa y los vuelve a revisar. Los pone sobre la mesa, lo mismo que la palma de sus manos.

-How old are you, Humbértou?
-Just turned 19 last month.
-And why are you bringing so many cigarettes, Humbértou?
- Because I smoke a lot, I’ve already told you- le respondo. El gringo acomoda las cajas paralelas las unas a las otras. Me observa. Las observa. Me observa. Las observa. Vuelve a la computadora.
-How much time are you planning to stay in the country, Humbértou?
-Just a couple of weeks.
-And you really need thirty packs of cigarettes, Humbértou?
-Well… I smoke ‘round two packs a day, so yeah.
-Geez, two packs a day… that’s a lot for a young guy like you, isn’t it?
-You could say, yeah.
-Aren’t you worried about your health?
-Not really.
-Smoking causes cancer, you know?
-I know.
-And why do you keep smoking, Humbértou?
-‘Cause I already have cancer, sir.

Se congela. Lo que sea que estuviera escribiendo lo interrumpe. Voltea a verme. Parece estar a punto de decirme algo, pero no le sale. Entro para salvarlo.
-It’s pancreatic cancer, you know? My lungs are fine, if that’s what’s keeping you worried.
-I’m sorry.
-You don’t have to be. You didn’t knew.

Y me observa, pero no como antes. La lástima en las pupilas siempre me ha parecido una lástima de pupilas. El gringo vuelve a lo suyo mientras evita mirarme a los ojos. Sella lo sellable y anota lo anotable con un silencio tenso. Yo me voy enrollando la bufanda en el dedo.

-I think that’s about it- me dice mientras vuelve a meter las cajas de Marlboro en la maleta- Good luck, Humbértou.
-Thanks.

Cojo mis cosas y salgo de la aduana. Salgo. En la sala de espera diviso, a lo lejos, a mi tía y a un par de primos. “Camina y sonríe” me digo “Camina y sonríe, sí señor”. Los abrazos y los besos con saliva en la mejilla. No sé qué hacer cuando noto los lagrimeos de mi tía que no puede creer que esté tan grande. Yo, en cambio, no puedo creer que mi prima esté tan buena. Yo ni siquiera sabía que tenía una prima, pero es ella quien toma mi brazo para dirigirnos a la salida. Mi tío ya nos estaba esperando en el carro. No es un buen carro, pero es un carro, qué caray.

Parecen horas lo que nos toma en llegar a la casa con tanta pregunta que me van haciendo. La mayoría son preguntas para saber el estado de salud de parientes de los que yo nunca oí hablar (¿Apoco tengo un tío Amadio?). Para enfado de mi tía le confieso que soy un pésimo informante porque soy pésimo chismoso, y qué le vamos a hacer. A veces mi prima me toma la mano y me pregunta cosas del país. Tiene acento de pocha, pero a mí de cualquier forma se me para cuando me toca. En esas estaba cuando mi tío anunció “Ya llegamos” y yo tuve que hacerme el idiota unos minutos para que se me calmara el asunto y poder bajar tranquilo del carro. La casa no es una linda casa, pero por lo menos es una casa.

Saludo a un par de primos que no sabía que existían mientras mi tía me da instrucciones para llegar a mi cuarto y dejar la maleta. El cuarto en sí no es un gran cuarto, pero no es un mal cuarto. Aprovechando que me dieron tiempo para poder acomodarme me pongo a vaciar la maleta sobre la cama (que no es una gran cama, pero qué le vamos a hacer). Calcetines, calzones y playeras a los cajones. Los libros los voy apilando en el buró. Las cajas de cigarros me las acomodo bajo la axila y salgo al pasillo para buscar el baño.

Por suerte el baño es un gran baño, y hasta da gusto cagarlo. Cuando salgo me encuentro a mi prima y le sugiero que no entre. Me sonríe. Ay, qué cosa.

Del baño bajo a la sala y me encuentro a mi tía acomodando papeles en un escritorio.
-¿Todo bien, m’hijito?
-Sí, tía.
-¿Ya viste dónde está la cocina, el baño?
-Sí, tía; ya vi.
-Muy bien, muchachito.
-Aquí le dejo sus cigarritos, tía.- y me enciendo un Raleigh.

5 comentarios:

Zamara dijo...

Ya decía yo.

mélie. dijo...

No pude evitar:
Quedarme un poquito congelada también.
Y la risilla al final.
Saludos, Humbertou.

Lorena dijo...

yeah!

Gabrielle Q. dijo...

me gusta, me gusta!
así del suspenso, de sentirte
mal por el tipo, al final de la sonrisa.

L'espirit de l'escalier dijo...

Me encanta todo lo que escribes. Suena tan trivial... pero de la misma manera tan classy.

Gosh I LOVE your style!