sábado, 28 de febrero de 2009

Rosa de Lima



Es algo así como mi canción preferida.
"Horizontal, seis letras, nombre de dama [...] hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos"
Representa algo así como un periodo, el más significativo de todos.

Tchk.

Había sillones color beige bastante deshilachados y una infinidad de manchas en la alfombra; y latas de tecate tiradas por el piso, ceniceros desbordados de colillas, mesas tapizadas de ceniza, y un olor a moho con comezón y polvo. Yo no los conocía más que de vista, y no tengo idea de por qué me habían invitado. Pero ahí estaba, y ellos hacían una parejita tétrica; ella toda vestida de negro, gorda, blanca, con un septum enorme y sin cejas. ¿Por qué no tendría cejas? El tipo en cambio era alto, moreno, con una cola de caballo, ojos saltones y una chamarra de cuero con estoperoles. Y no me hablaban. Él hacía otro churro mientras ella se pintaba las uñas y olía la acetona. Mientras, yo me hundía en el sillón y me dejaba ir en el viaje. No le había avisado a nadie que me fui con ellos Andaba demasiado drogado cuando la muchacha me dijo “¿quieres venir con nosotros?” mientras me llevaba de la mano a su carro. Nunca había hablado con ella, pero la conocía de vista de cuando la secundaria.

Yo pensaba que él se había empezado a masturbar porque agitaba demasiado la mano. Pero no se masturbaba, nomás le daba vueltas al barril del revólver. Las fue contando “una, dos, tres, cuatro, cinco” al tiempo que acomodaba, frente a mí, y en la mesa, las balas que iban a quedar afuera. Puso el cañón en su sien y jaló el gatillo. Tchk. Se lo pasó a la muchacha con la mayor naturalidad del mundo. Ella dudó un momento, pero la pistola hizo Tchk. Luego llegó a mí. Me sorprendí por la calma que tenía. Lo juro, mientras el cañón pasaba por entre mis dientes y hasta mi lengua (no sé por qué preferí la boca) yo no dejaba de pensar “¿por qué carajos no te tiembla la mano?” Y ni siquiera lo pensé dos veces; nomás pulsé el gatillo.

Tchk, y las enormes ganas de vomitar.

Lo aventé como si le hubieran pasado corriente, y al aventarlo la culata del revólver pegó en la orilla de la mesa, dio una pirueta y cayó a medio metro de donde estábamos. Yo nomás lo veía e hiperventilaba; mientras los otros tan callados, tan tranquilos. Con la sangre más fría del mundo el tipo se levantó, dio dos pasos, se agachó, tomó la pistola, regresó y me la puso en la mano. “Ahora va de reversa”. Y mi voz en un hilo, No, no mames, no…; y él, No sea marica; No, vas tú, ¡vas tú!; Pinche bato maricón, wey. Y sí, habrá sido muy maricón, pero el cañón ya apuntaba a su sien, Fue girando lentamente su muñeca de tal forma que yo pudiese ver sus uñas gruesas, sus uñas chatas, sus uñas sucias, sus uñas toscas. Y luego Tchk.

A ella sí le temblaban las manos, y lo sudado de sus dedos gorditos dejaba que resbalara un poco la pistola. Aún así, ella la acomodó bajo su barbilla, recargó el índice en el gatillo y dejó el meñique levantado. Y ella lo veía a él, a su novio, con ojos nerviosos. Pero él se había puesto a hacer otro churro y no la miraba. Y en lo que me tripeaba viendo cómo sus dedos acomodaban la marihuana en el papel arroz, escuché el quinto Tchk.

Ésta vez sí temblaba, sudaba frío y sentía cómo se me dilataba el esfínter. Estoy a punto de cagarme, pensé mientras veía como ella y él no dejaban de verme la boca. Y bajé los ojos para ver, para enfrentarme al revólver que estaba en mis rodillas. Y lo tomé, y sentí su peso en mi mano, luego el sabor a metal en la boca, y luego amartillé. Y cerré los ojos.

Entonces, sonó el celular, y ella no hizo nada por responderlo. Dejé caer la pistola, me levanté, y trastabillé hasta la puerta. Ya estrujaba la manija en los dedos cuando escuché el "¡Hey!" y sentí lo frío del cañón en la nuca. Y luego el Tchk y la carcajada.

martes, 24 de febrero de 2009

Hoy sí

Ahora resulta que Jesucristo va al oxxo y compra un six de cervezas.

Y yo me pregunto si daré algún día con el Twitter de Cervantes.

Seguramente diría algo como "¿Recuerdan aquél lugar de la Mancha? Bueno, pues resulta que hoy sí tengo ganas de acordarme...".

Chance y Lance



Chance y lance el verso que el universo pidió escuchar
de todos modos, me sobra tiempo para ponerme a fumar.

lunes, 23 de febrero de 2009

Ganado

Es mentira que cerrar los libros y observar a la gente cuando andas en los camiones sea más interesante. Por lo menos no aquí; en esta ciudad no son personas sino ganado los que van por los camiones. Ganado que se balancea, ganado que va rumiando, ganado que da de brincos en los baches, ganado que ve al vacío con ojos de ganado. En fin, puras pinches vacas.
Ella también es ganado; pero ganado bonito, como ternera café. Ternerita de ojos grandes que no me ve cuando le sonrío. Sabrá dios si evita mi sonrisa por pudor, mala sincronización o por idiotez vacuna. Hago la prueba y le sonrío cuando estoy seguro de que estoy en su rango visual. Se voltea. Vaca idiota. Ternerita linda linda.

Quisiera conocer una frase certera, una que me abra todas las puertas, una que le tumbe los calzones. Algo así como "Vaquita, vaquita linda, ¿no te has hartado ya de fingir el mundo?". Quitando lo de vaquita es una frase que de seguro pega. Todos estamos hartos de fingir el mundo.

Pero no se lo diría. Me faltan huevos. Además el chofer empieza a acelerar, y acelera porque sabe que en esta recta casi nadie se baja. Y me gusta que se emocione, pero me encanta más matarle la ilusión al jalar el cordón a último minuto, y adoro que el ganado se vaya de boca cuando el chofer da el frenazo. Vacas bobas.

viernes, 20 de febrero de 2009

Ya que ando por aquí...

Un día andas muy tranquilo y contento mientras lees en tu laptop la página de El País o del New York Times (bah, era Perez Hilton; pero lo del Times sonaba mejor) cuando de repente aparece una de esas ventanitas el messenger que te avisan cuando alguien se conecta. "n0 mmsssss.... tE aD0R0o0o0 jUaN!!!" sale una, y otra, y otra, y otra vez con el tilíng de rigor. Y aquí es cuando te preguntas "¿Quién carajos es esta tipa, y qué hace en mi messenger?". Abres la ventana y caes en cuenta de que seguramente es otra de esa enorme cantidad de muchachas que agregaste en tu pubertad, masómenos por la época en que realmente creías que tener muchos contactos te hacía popular.

Hay unos que se conforman con bloquearlas; otros tantos se toman el trabajo de eliminarlas una por una de sus listas de contacto. Tú no; tú hoy no tienes ganas de eliminarlas discretamente. Hoy andabas de malas.

"Eres una pendeja." es lo primero que le dices.
"kiiieeNnn eRrees?" te responde, y no es necesario agregar que la mitad de lo que escribió son letritas rosas flasheando.
"La concha de tu madre, imbécil. ¿Por qué coños no aprendes a escribir bien?"
"kE te pASaaa??"
"Me pasa que eres una idiota, que me sorprende que puedas conectar más de dos palabras, y que no entiendo que hace una puta con una botella atorada en el recto en mi messenger"

Y ella no dice nada.
Tras unos minutos, aparece desconectada. Te ha bloqueado.
Has logrado deshacerte de ella, y además de todo, lo disfrutaste. La sonrisa te queda en la boca el resto del día; o por lo menos hasta que tu tío Juan te llama para preguntarte por qué le dijiste todo eso a tu tía.

Estúpidas viejas nuevas usuarias del internet (con excepción de mi madre, que es bella, nueva y no molesta).

martes, 17 de febrero de 2009

The Magic Hat

Cyanide and Happiness, a daily webcomic
Cyanide & Happiness @ Explosm.net

No puedo verlo sin que me de un ataque de risa.

(Tienen que hacerle click)

lunes, 16 de febrero de 2009

Bancas



La foto la tomó mi hermana. Estábamos en Quebéc, y yo me dedicaba a tomerle fotos a las bancas.

martes, 10 de febrero de 2009

Décima endecasílaba

Yo, que siempre dudo de las verdades,
y no me conformo con las respuestas,
que no me fío de muestras de pureza
y que no firmo cartas a deidades;
ese que soy, hoy tiene una certeza:
Aunque desconfío de lo azul del azul,
y hasta de larga vida me recelo,
no es cábula decir que tengo miedo
de encontrarme un día con que seas tú
la gracia que no quiere darme el cielo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Los pies son un racimo de pasos

Tendría tres o cuatro años. Recuerdo que andaba caminando por mi padre por Plaza Santa Fe (lo recuerdo por el piso, tengo un recuerdo casi fotográfico de ese piso) y yo, dando muestras de una temprana inseguridad, le pregunté a papá si pensaba que yo caminaba bien. Él contestó un sí bastante distraído, pero pasé el resto de mi infancia (y aún hoy lo noto, como cuando camino en el centro hacia los taxis azul y morado) teniendo que dar mis pasos de una forma conscientemente correcta. Aclaro, esto tan sólo sucedía cuando salía; ya en la casa, o cuando ando distraído -cosa recurrente- adquiero esa forma de andar tan peculiar mía, que hace que me comparen con los viejitos. Pero ya a la hora de salir, mi paso se convertía en un miedo al ridículo que me hacía, y me hace, quedar todavía más ridículo. "Beto, ya deja de ver el piso" ha sonado en voces de mi padre, de mi tía Ale, de mi abuela, de Yojana y de mi primo Jorge; siempre tan fijones ellos.

[Acaba de llegar mi madre. Lo sé por los pasos, los tacones. Más por los pasos que por los tacones. Reconozco su ritmo, que es bastante distinto a los desgarbados taconazos de la vecina de arriba.]

Cuando vivíamos en casa de mis abuelos (Hubo un periodo en mi infancia -Es la única temporada a la que puedo definir con total certeza como "infancia"- en que vivimos en casa de mis abuelos en un mismo momento, mi madre, mis dos tíos, los consabidos abuelos, y este servidor) me entretenía en reconocer los pasos de quienes subían las escaleras (no era una tarea muy difícil; a fin de cuentas, sólo somos seis, pero de todas formas me entretenía).

El paso de mi abuelo, por ejemplo; que es, según dicen algunos, muy parecido al mío, suele hacer un "chh-chh... chh-chh... chh...chh" paciente y lerdo que me llena de ternura. No sé por qué, pero ese sonido siempre me hace imaginar que mi abuelo duda entre avanzar, o en detenerse para quedarse viendo algo, lo que sea. En cambio, el paso de mi abuela es más severo y directo. Es un paso sencillo y bronco que sólo le sirve para llevarla del punto a al punto b. El paso de mi tío Mau no comparte nada de los pasos anteriores. Él tiene un paso exacto y mesurado; siempre deja que el talón se vaya apoyando suavemente, para así irle danto apoyo a una planta que se dejará ir cayendo suavemente hasta dar con un contacto ortopédicamente perfecto con las baldosas. Después de la tan fina zancada, le sigue otra, y otra, y otra, y otra (es bien sabido que esta es una práctica común a la hora de caminar) con un dinamismo que viene a ser intrínseco y metódico. Al contrario suyo, mi tío Mario tiene un andar nervioso y desesperante; suele ir intercambiando zancaditas y zancadotas al azar, dejándome siempre indispuesto porque desconozco si le falta mucho o poco para llegar a donde quiera que me haya ocultado.

El paso de mi padre también es mesurado. Por lo menos cuando anda afuera, o en el trabajo. Ya cuando llega a casa (su casa) su paso se vuelve pesado y audiblemente cansado. Curiosamente, ese paso para mí se ha vuelto en algo así como un bálsamo; porque después de pasar todo el día aguantando a mis hermanos, no hay mayor alivio que el peso de sus pasos antes de que se asome a la puerta de mi cuarto.

Perdón por esta cosa repleta de sonidos y percusiones, pero es que todo este recuento de las huellas familiares se debe a una sola pregunta que me hice hace rato: ¿Me acostumbraré algún día al sonido de sus pasos? Toco madera -sin patas, por las dudas- porque la respuesta sea "sí".

El marido de la peluquera



Pinche Pedro Guerra. Siempre con tan buenas excusas para hacer llorar.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Once razones por las que la vida vale la pena.

1. Deconstructing Harry.
2. Hablar de karatekas y piratas con mi abuelo.
3. El solo de armónica que hace Bob Dylan en el concierto en The Royal Albert Hall cuando canta "Mr Tambourine Man".
4. La esquina entre la Calle Sexta y Constitución.
5. Que el paladar de ella forme una hipérbola perfecta cuando echa su cabeza para atrás al momento de reír.
6. El capítulo del Evangelio según Jesucristo en que hablan el Diablo, Dios y Jesús.
7. La caída de Juan Gabriel.
8. Esas caderas.
9. El movimiento de cabeza que hace Diana Krall al final de "I love being here with you"
10. La eternidad por fin comienza un lunes, y esas dos o tres páginas que sé que he sentido, pero al momento de hacer el balance no puedo deducir con quién.
11. El monólogo de Woody Allen sobre las razones por las que la vida vale la pena al final de "Manhattan"

El mejor de los mundos posibles

Mi obsesión es el futuro. Tanta, y tan basta incertidumbre me caga.

Me molesta pensar que igual y mi mundo acaba mañana, o en diez años, o en cuarenta, en dos, en un estornudo, en un cague, en una bala que perdida, en un yogur pasado, en una eterna neumonía, en unas venas abiertas, en un abrir y cerrar de ojos. Me molesta pensar que el futuro (y más concretamente, MI futuro) puede ser excelente o insultante, mediano o mediocre, perfecto o ridículo, tranquilo, ligero, aburrido, pasable. Me molesta no saber si algún día llegaré a la equidistancia psicológica que viene a significar vivir completamente solo, con la sombra, mi sombra, sirviendo a la vez de alfombra y de amante ocasional. Me molesta no saber si seré padre, o si seré estéril (tengo la extraña impresión de que lo soy), o si será niña, o si será niño. Si seré padre soltero (de preferencia viudo) o si estaré adoptando chinos estando ya casado. Me molesta no saber si algún día se dan toques con un tomacorrientes, o si explotan en una fuga de gas, o si sabré qué decirles cuando los encuentre fornicando en mi cama.

Me molesta el futuro y las diez mil variantes que incorpora. Por eso a veces opto por construirlo a mi propia guisa. Me ayuda a conciliar el sueño, a inventar historia, cuentos, pasajes, versos. Me ayuda a ponerme un orden, una dirección. Me gusta pensar en todos los detalles, y me encanta ir enumerando los objetos dentro de los cajones, las pelusas dentro de los zapatos, las ollas que sirven, las que no sirven (o las que diré que no sirven porque no sé cómo usarlas), las repisas a las que se subirá el gato, los adornos con historias chuscas y aburridas, las manchas de la alfombra, de la colcha, de la almohada; la comezón nocturna, el ataque de tos ferina, los desvelos, los madrugones, las quesadillas con un lado quemado. Me gusta crearme una realidad aparte. Eso sí, nunca perfecta, ni dorada, ni excelente, tiendo a ser muy realista y culero conmigo mismo al respecto, y me aseguro de quemar cada rastro de paraíso de ese mundo alterno antes de abrir el telón. Sencillamente me las ingenio para construirme mi personal e imperfecto “mejor de los mundos posibles”.

Y supongo que es por eso pienso en ti y te escribo en las madrugadas: porque has venido a convertirte en algo así como la residente de piso del mejor de mis mundos posibles.

martes, 3 de febrero de 2009

Cara Valente



Me hace irremediablemente feliz.

Bibit

Bibit hera, bibit herus,
bibit miles, bibit clerus,
bibit ille, bibit illa,
bibit servus cum ancilla,
bibit velox, bibit piger,
bibit albus, bibit niger,
bibit constants, bibit vagus,
bibit rudis, bibit magus,
bibit pauper et aegrotus,
bibit exul et ignotus,
bibit puer, bibit canus,
bibit preasul et decanus,
bibit soror, bibit frater,
bibit anus, bibit mater,
bibit ista, bibit ille,
bibunt centum, bibunt mille.

domingo, 1 de febrero de 2009

¿Te la paso?

De los cafés uno espera voces, y murmullos, y pláticas, y cucharas golpeando en el plato, y sillas arrastrándose, y máquinas de expresso haciendo ruidos, y parejitas que acomodan las sillas para tomar, incómodos, pero abrazados, sus macchiatos, y las huellas de lápiz labial rojo, rojísimo, en las tazas de los americanos de las doñas. Pero hace tiempo que en esta ciudad los cafés están solos, y cuando Andrés pide un cortado, el mesero cierra con desgano su revista.

Patricia llega tarde, y entre los saludos, las disculpas, y la orden del latte, no puede evitar el "¿Cómo has estado, cuñadito?" con el diminutivo incluido que sabe que tanto le revienta a Andrés.

He estado mejor, Patricia, ¿Cómo vas con eso... bueno, qué era lo qué hacías?, ¿Mi trabajo?, Sí, eso. ¿Cómo va?, No va mal, supongo, Mira, qué bien... Oiga, disculpe, ¿se puede fumar aquí? No, señora, nomás afuera, ¿Quieres ir afuera?, No realmente, Está bien, pues; entonces voy yo a afuera, Vamos a afuera, entonces, ¿No que no querías ir?, Todavía no quiero, mi silla ya está caliente y me da flojera. Pero vamos, Si no quieres, no vamos, Vamos.

¿Marlboros azules?, Sí, ¿Qué tienen?, No sé cómo puedes fumarlos, Me gustan y ya, ¿Te gustan, o te gusta cómo se ve la caja?, Me gusta el sabor, No saben a nada, Por eso.

Me sorprendió que llamaras, Qué molesto eso de no poder fumar adentro, ¿no?, Sí, bueno, es la ley, Pero digo, no hay gente ¿en qué les molesta?, Supongo que en la multa, Seguro que por eso la gente ya no viene a los cafés, No creo que sea por eso, ¿Me vas a salir tú también con eso de la economía? porque Gabriel no deja de hablar de eso, Supongo que algo tendrá que ver, pero todavía no creo que sea eso, ¿Entonces qué?, Supongo que la gente no tiene tiempo, o no se da tiempo en sus vidas para venir a repoblar los cafés, Clásico, ¿Qué? ¿Qué es clásico?, Pues, tú, el Andrés que se queja del mundo y de los malos vicios de la sociedad moderna, siempre tan...tan..., ¿Tan rojo?, Digamos rojillo, Ah, menos mal.

¿Por qué llamaste, Patricia?, Quería verte, tengo mucho sin verte. Caí en cuenta el otro día que, después de tantos años casada con Gabriel, nunca he sabido bien de ti, Hablando de eso, ¿cómo está Gabriel?, Está bien, ¿Nomás bien?, Nomás bien, Bien.

Y bueno, ¿qué es lo que quieres saber?, Pues, no sé, de ti, me intrigas nomás, Y aquí llega el latte para ella, ¿Para cuál ella?, Para tí, me refería a ti, ¿Y por qué lo dices como el narrador?, Nadie más lo hacía, pensé que era buen momento, Ay, Andresito..., Dice ella, a sabiendas de que a Andrés le cagan los diminutivos, Te lo habías ganado, ¿Te parece?, Me parece, ¿Y qué es lo que te intriga exactamente, Patricita? Pues, tú, todo tú; lo que haces, lo que piensas..., Los dos sabemos que a ti eso no te interesa; dime ya, ¿por qué llamaste?... Ah, no me digas, aquí es donde los dos se quedan callados e incómodos hasta que Patricia se decida a romper el hielo, ¿cierto?, Cierto.

Gabriel y yo nos estamos divorciando, No puedo decir que no me lo esperaba, Todavía no le hemos dicho a nadie en la familia... por favor, tú tampoco vayas a contar nada todavía, No lo haré, claro, ¿pero por qué me lo cuentas tú? ¿por qué no esperaste a que me enterara por Gabriel?, Y aquí es cuando ella se calla, Y cuando él espera, callado, a que ella responda, ¿no?

No hay modo simpático ni fácil de decirlo, pero lo diré de todas formas: quiero acostarme contigo, Aquí es donde el simpático caballero que comparte la velada se queda callado porque no atina a decir nada, Parece ser que sí, que ese es el momento ¿qué hacemos?, No sé, supongo que cambiamos de página, o brincamos al siguiente párrafo o algo así.

Eres la esposa de mi hermano, Ex-esposa (así, con bastardilla), ¿Ya se divorciaron?, No, Bueno, entonces eres la (bastardilla, por favor) todavía esposa de mi hermano, Lo sé, por eso no es fácil, Imagino que fácil no es, pero ¿por qué?, No sé, no tengo idea de dónde salió, sencillamente sucede que sucede, Sucede que te quieres acostar conmigo... así, sin razones, Así sucede, sí; ¿por qué? no lo sé, pero ya llanamente, viene a suceder que te traigo ganas, ¿Ganas? Pero, pero, ¿por qué yo? No sé, eres simpático, El mesero también es simpático, ¿por qué no te acuestas con él?, Eres... eres una versión mejorada de Gabriel, eso es lo que eres. Una versión más atractiva, más joven mucho más delgada... sé que es horrible, lo sé, pero es que hace demasiado tiempo que no me atrae, que no me excita Gabriel... y lo quiero, ¿sabes? le tengo... le tengo mucho cariño, y mucho aprecio, Algo muy lindo para con una tía, pero no tanto para un matrimonio..., Sí, eso, y, no sé, sencillamente no, no funciono yo con él... pero tú, tú, Andrés, contigo quiero; sencillamente quiero coger como nunca antes lo hice con Gabriel. Y aquí, otra vez, el simpático, aunque contrariado caballero, se vuelve a quedar callado, ¿Por qué contrariado?, Porque también trae ganas.

Andrés, vamos a un hotel, No, no es, en absoluto, buena idea, Vamos, anda, nomás será como un trámite, un canje, lo que quieras que sea, nomás quítame las ganas, ¿Sin sentimientos?, Sin sentimientos, ¿Y estás dispuesta a hacerle esto a Gabriel? ¿a ponerme a mí en esta situación?, Estoy dispuesta, Andrés, vamos, Bueno, vamos... nomás, una cosa, Dime, lo que quieras, Dame chance de hacer una llamada, ¿Dijo él mientras marcaba los números? Exacto, eso mismo... aguanta tantito... ¡Hey, hermanito! Fíjate que estoy aquí con Patricia -debieras verla, puso los ojos como platos- me está diciendo que quiere acostarse conmigo. ¿Te la paso?

Buenos argumentos.

La pared del cuarto de mi madre está tapizada de cruces.

Mi padre dice que mi madre le tiene miedo a los vampiros.
Mi madre dice que mi padre es un ridículo.

No sé de qué lado ponerme, los dos tienen buenos argumentos.